Gabriela Villavicenio es profesora de Ecología política y Agroecología en la UNAM, UAQ y ENSQ.
La soberanía alimentaria centra el poder de decisión en los actores de un sistema alimentario dinámico, que tiene como fin, mantener la base de la vida que sustenta nuestra existencia. La Declaración de Nyéléni (2007) define colectivamente a la soberanía alimentaria como “el derecho de los pueblos a alimentos saludables y culturalmente apropiados producidos a través de métodos ecológicamente racionales y sostenibles, y su derecho a definir sus propios sistemas alimentarios y agrícolas.” Caminar hacia la soberanía alimentaria junto con los movimientos sociales urbanos y rurales, requerirá una visión de largo plazo para mejorar la resiliencia socioecológica de los sistemas alimentarios agrícolas rurales y urbanos, que incluyan la protección de la biodiversidad y una visión de cuidado y nutrición permanente de la cubierta del suelo vivo. A diferencia de la seguridad alimentaria, una base agroecológica en el sistema productivo puede reducir la dependencia de insumos externos, promover el consumo de alimentos locales y saludables para la población y generar diversas alternativas de acceso y distribución de alimentos dentro del área metropolitana. También permite mirar la interdependencia de los habitantes urbanos que están socialmente aislados de los agricultores y sus problemas, las políticas que les afectan y buscar maneras de construir y sanar sus propias comunidades.